Entre 1906 y 1915, Hilma af Klint (1862–1944) creó 193 pinturas que tituló Las pinturas para el Templo. Coloridas, en su mayoría abstractas y con formas orgánicas, estas obras reflejan su visión espiritual del mundo, transmitida a través de prácticas mediúmnicas. Af Klint imaginaba que algún día se instalarían en un templo circular, como un espacio dedicado a la comprensión espiritual y la iluminación.
Desde la exitosa exposición en el Museo Guggenheim entre 2018 y 2019, estas obras se han convertido en algunas de las más conocidas, representativas y queridas de su carrera.